Este
programa infantil nació el 2 de Octubre de 1984, una buena época para este
tipo de espacios ya que esa misma semana arrancaba también "La bola
de cristal". Para llevarlo a cabo pensaron en la dirección de un veterano
de TVE, Ramón Pradera, y la presentación de Verónica Mengod, una jovencita
que había hecho coros para otros conocidos programas dirigidos al público
menor edad. Su emisión era de Lunes a Jueves en la Primera Cadena hasta el
programa número 74. A partir de entonces, transcurrido casi medio año desde su
comienzo, pasó a tener una sola cita semanal los Jueves. Pasó de media hora a
una horita completa, diversión asegurada.
"El kiosko" venía a ser la recuperación del formato de "Sabadabadá"
pero algo más moderno. Unos meses antes había finalizado el espacio que
presentaba Torrebruno con Sonia Martínez. En aquel, Sonia hablaba con un muñeco
llamado Paco Micro y a quien le ponía voz el simpar y eterno Pepe Carabias.
Pepe se había hecho famoso por sus breves apariciones en el "Un,dos,tres"
de Kiko Ledgard y por dar vida (que no voz, pues era mudo) al "Monstruo de
Sáncheztein" con María Luisa Seco. La voz de Paco Micro gustó tanto que
mejoraron su presencia muñequil y es que la calidad de Paquito era
bastante limitada. Por ello, los reponsables de TVE se dirigieron directamente a
la factoría Jim Henson para que elaboraran un ser con la calidad de los
teleñecos, de su propiedad, como la rana Gustavo o la cerdita Peggy. En la
cadena pública ya habían visto el éxito que podía reportar un nuevo ídolo
infantil debido al éxito desbordador del bueno de Espinete. Precisamente en el
primer programa de "El Kiosko" nos mostraban un curioso reportaje del
proceso de creación de Pepe Soplillo desde que sólo era un montón de
elementos artísticos sin más. Impresionaba ver cómo se iba formando al muñeco
desde el brazo de escayola de muestra que le habían sacado al propio Pepe
Carabias. Su manipulación debía ser perfecta. Y este actor aparecía con Verónica
Mengod en ese espacio inicial para explicar la labor que iban a llevar a cabo.
Ya después se presentaba al simpático personaje con una gorrita de moda y un
jersey azul con las letras "PP" , que ilustraba su nombre con
facilidad y ajeno al sentido político que tendría hoy día. Pecoso el pequeñajo
y con una graciosa nariz, era algo holgazán, muy crítico con el contexto que
le rodeaba, bastante quejica y se enfadaba con facilidad. Todo ello tenía como
resultado una verdadera monada para comérsela. Precisamente su voz remataba ese
concepto de chico inconformista pero tierno cuando Verónica le apretujaba el
morro.
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Soplillo y Mengod se encargaron de amenizar las tardes de mediados de los 80
sirviendo de enlace a los contenidos del programa, que eran bien variados. Por
una lado estaba el "Baby disco", la parte más moderna del programa.
Inspirado en la época de "Dabadabadá" cuando un grupo de ballet hacía
play-backs de canciones de los últimos años, aquí estaba más trabajado.
Usaban una serie de canciones, principalmente extranjeras, para representar la
situación del contenido de esos temas con una puesta en escena destacable y
unos niños con bastante salero y haciendo sus pinitos en el mundo de la
interpretación. Tal fue su relevancia dentro del "Kiosko" que se
llegaron a entregar unos Premios Oscar a modo de gala televisada con
galardones a los mejores efectos especiales, de interpretación, etc. La
mismísima Verónica Mengod se encargó de hacer algunos números (como el tema
"Pruébalo") aunque era el sintonía principal del programa el
que ocupaba más su atención. De hecho se acercó a otros platós, como el de
"Mazapán", para cantarlo ante la masa infante.
La canción de "El kiosko" era todo un grito de ánimo y una
llamada de atención clara al joven espectador. Decía que "si tus cosas no
van muy bien, no te apures, alégrate, todo tiene solución. "El kiosko"
te hará soñar, puedes reír y disfrutar. Todo lo tienes aquí". El coro
remataba "aquí estamos para jugar y, cómo no, para soñar". Básicamente
se destinaba hacia actividades con un trasfondo educativo, respetando los
derechos de los menores y cercano a las materias que se estudiaban en el
colegio. Así, había reportajes sobre la naturaleza, entrevistas con niños que
habían destacado en alguna actividad concreta como las manualidades, la poesía,
el dominio de algún instrumento musical o los deportes, como ocurrió con
el subcampeón mundial de tenis infantil. Se trataba de hacer entender a los niños
que eran importantes, que podían llamar la atención si estudiaban o si ponían
en práctica todas sus habilidades.
Otros apartados a destacar eran las mini secciones que más relevancia
obtuvieron. Sin duda, la que más llamaba la atención era la que llevaba a cabo
el dibujante José Ramón Sánchez. Era lo mismo que había hecho con Mayra y
Rosa Mª Otero en "De 11 a 1", luego conocido como "Sabadabadá".
Sánchez acercaba a los niños diferentes temas de la vida cotidiana como
el cine, la naturaleza, el circo, el espacio o los medios de
transporte a través de sus trazos rápidos y efectivos con caras grandes y
brazos largos pero con una breve estatura, con piernas muy finas. Aquellos
magníficos garabatos representan la estética de toda una generación en cuanto
a libros escolares se refiere. Era uno de los momentos más distendidos y
originales pues se demostraba que con imaginación, una hoja y un boli se podían
hacer pequeñas obras artísticas.
En las labores de presentación ayudó durante un tiempo Alberto Closas Jr, el
hijo del genial actor, que complementaba ese dueto "hombre-mujer"
que tan bien resulta en televisión. Hacía de "genio", del típico
listillo que es capaz de crear un objeto útil con cuatro trastos inservibles.
Otro que se paseó durante una temporada por el plató fue el humorista Joe Rígoli,
intentando reciclarse en los 80 de un humor algo trasnochado. Con una voz cada
vez más ronca y un aspecto algo "freak" más cerca de don Jaime de
Marichalar que de un presentador de la década de la movida, se encargó de un
concurso mezcla de los más exitosos espacios americanos. Venía a ser una
"ruleta de la fortuna" sin ruleta, adivinando refranes letra a letra.
Una infinidad de premios descafeinados iban a parar a los colegios. Se repartían
bicicletas como churros, walkman y juguetes, siendo la estrella el viaje al
zoo o el ordenador modernísimo...para la época.
Curiosamente, "El kiosko" supo aunar las tradiciones con lo que
estaba de moda. Así, los niños y niñas ochenteros podían escuchar en
"El kiosko" igual un tema de la lista de éxitos musicales como "Never
ending story" de Limalh o canciones del grupo "Objetivo Birmania" que
coplillas del folklore popular con Joaquín Díaz. Igual el ballet de Víctor
Ullate, el mago Azag Agag, los manipuladores de marionetas, la entrevista a la
niña violinista, al ventrílocuo André Astor que las pompas de jabón que,
magistralmente, dominaba Pep Bou.
A estas alturas del relato, uno piensa el por qué le llamaron "Kiosko"
a este programa. Seguramente porque uno de los sitios que más atención ha
llamado siempre a un niño es la caseta llena de gominolas, piruletas, chicles y
otros dulces de colores que se combinan con cómics, portadas de revistas y todo
un mundo de elementos atractivos. Y tal vez de esa combinación de
colores, de materias y de objetos nació el nombre del espacio infantil. Y
resultó bien, muy bien. Su éxito se prologó dos años, hasta el 25 de Junio
de 1987. Y su despedida fue, posiblemente, una de las más emotivas que he visto
nunca. Reunidos en la pista de baile los integrantes del espacio, recibían a
quienes les habían dejado meses atrás, como José Ramón Sánchez o Alberto
Closas, a las chicas de "Objetivo Birmania", el cuerpo de baile de los
números musicales y Verónica con Pepe Soplillo. Todos cantando la canción de
despedida "llegado ya el momento de nuestra separación..." Resulta
difícil no tener la carne de gallina cuando tus compañeros de viaje, los que
no faltan a su cita semanal, llueva o truene, te digan adiós para siempre.
Mientras que la Mengod ha sido habitual de series como "La casa de los
líos" o "Ala Dina" demostrando que el paso del tiempo no le
afecta y con un "cameo" retrospectivo en el capítulo piloto de
"Gominolas", a Pepe Soplillo le perdimos la pista. Si su
"alma" ha seguido en los programas de Cruz y Raya, su forma física se
perdió. No se sabe dónde está Soplillo. Se rebuscó sin parar en el 2006 para
devolverle a TVE en su 50 aniversario en el especial "¿Cómo están
ustedes?". Al menos sí unieron a Carabias con Verónica para oírle de
nuevo cómo se dirigía a la presentadora: "Hola, pelipetirroja!!,
iuju!!!". También Juan Ramón Lucas les unió el año anterior en el
espacio de corta duración "Esto es vida" (ahora trabajo en uno de
igual nombre). Allí, Carabias llevaba una pequeña marioneta de su inolvidable
personaje pecoso. Nada que ver el merchandaising que generó aquél con el que
generan los Lunnis. Prácticamente no se explotó al personaje y eso que
pudo haber dado mucho juego.
A Pepe Carabias le entrevisté en los Premios de la Unión de Actores. Es el típico
profesional que no llega a creerse que una multitud de niños y
niñas de 30 años le puedan seguir queriendo tanto. Se trata de agradecer el
esfuerzo, el trabajo, la obra, la vida que transmitió a un sencillo peluche. Y
tiene mérito, hay que ser muy grande para que un trozo de latex pueda ser
considerado una joya televisiva. Un brillante en mi videoteca.
Verónica
Mendog y Pepe Carabias en El Rincón de Miguel
Capturas
del programa
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